viernes, 8 de agosto de 2014

MISIÓN SOLIDARIA

Desde que soy chica mi mamá me introdujo en el mundo de la solidaridad. Recuerdo que juntaba juguetes o los hacía ella misma y los repartía personalmente, uno a uno, en mano, a los nenes internados en el Garrahan, ya sea para Navidad o el día del niño.

Durante un tiempo fue voluntaria de un hogar de madres solteras, lugar donde vivían mujeres de pocos recursos en su gran mayoría adolescentes que venían de hogares donde el abuso y la violencia eran moneda corriente. Mi mamá iba al hogar, llevaba ropa para los nenes, juguetes, alimentos, cocinaba algo para todos alguna tarde o cuidaba a los bebes para que las mamás pudieran realizar distintas tareas. En mi preadolescencia más de una vez la acompañé porque me gustaba cuidar a los bebes y jugar con los nenes; y mi mamá me llevaba seguramente para que yo viera este otro lado de la realidad… y tuvo su efecto, porque este es el tipo de cosas que más nos quedan y más se fijan cuando se aprenden desde el ejemplo y no desde la teoría.

Esa experiencia claramente me marcó. El hecho de saber que no todos tenían las mismas posibilidades que yo, las mismas oportunidades, el saber que había personas con capacidades diferentes…
Más adelante, mientras aún iba al secundario (y seguramente ayudó en la motivación la novela “Nano”)  hice el curso de intérprete de lengua de señas en la Cruz Roja. Y de grande quería ser maestra diferencial. Después la vida me llevó a explotar mi lado artístico y la docencia quedó truncada, pero esa conciencia hacia el otro seguía firme ahí.

Ya casada empecé a juntar Tapitas para los perritos, a donar 1 litro de leche por mes, y a separar la basura para el Canje x cambio, donde llevaba todo lo reciclable y me traía semillas o plantitas.

Y un día llegaron los hijos... la maternidad te cambia, te modifica, te sensibiliza. Cuando tenés un hijo te convertís en la mamá de ese niño pero también de todos los niños del mundo, porque ya cualquier situación que involucre a una criatura te toca de otra manera. Sos más consciente de lo que significa que un nene llore por hambre, o por frío, o por estar sucio… te das cuenta cuán importante es para ellos jugar, porque así es como aprenden cómo funciona el mundo, así se desarrollan. Te das cuenta que no todos los chicos del mundo tienen las mismas posibilidades que el tuyo… y no podés ser ajeno a eso.

Durante mucho tiempo, todo aquello que mi hija dejaba de usar (ropa, juguetes, zapatillas) lo guardé porque tenía la idea de tener otro hijo y darle un nuevo uso a todas esas cosas. Cuando ese hijo llegó y fue varón, muchas cosas se “reciclaron”, pero todo lo que era “de nena” quedó guardado. No tenía intenciones de tener un tercero, aún así guardaba todas esas cosas por si llegaba a tener sobrinas o si alguien muy cercano necesitaba algo de eso. Resultó ser que cuando llegaron nuevos miembros a la familia recibían cosas nuevas, con el primer hijo no querés nada heredado, querés que todo sea nuevo para ellos también. Con los departamentos cada vez más chicos hay menos lugar para los juguetes, así que a los que guardaba, se sumaron los que ahora Dante ya no usaba y seguían quedando ahí, en una bolsa en la baulera, sin que nadie jugara con ellos.
Estoy segura que Pixar tendría para hacer unas 3 películas más con la cantidad de cosas que habrán hecho todos esos peluches, autitos y muñecas todo ese tiempo estando ahí.

Pero llegó un día en el que me di cuenta que todo eso que yo guardaba, al fin de cuentas nadie lo terminaba usando… ni mis hijos, ni mi sobrino, ni los hijos de nuestros amigos… Nadie. Y me di cuenta que ese "Nadie" incluía también a otros niños, que yo no conocía, pero que no tenían ni uno de todos esos juguetes.
Así es que me dispuse a donar todo aquello, porque no me entraba en la cabeza que yo estuviera acaparándolo mientras había chicos que no tenían nada.

Mi hermana me contó que cerca de donde vivo está  La Casa de Ronald McDonald, un lugar donde alojan a la familia de los nenes que tienen que venir a Buenos Aires para hacer algún tratamiento médico o están internados y no pueden costear el alojamiento durante tantos meses. Durante bastante tiempo llevé todo tipo de cosas, porque a veces también lo que a uno puede parecerle insignificante, como una taza, un velador o 2 cucharas, para otro puede ser eso que le estaba faltando.

La solidaridad es un camino de ida porque una vez que empezás a ver cómo tu aporte hace al cambio, nunca dejás de ayudar.
Hace algunos años un amigo músico me convocó para cantar una vez al mes en el festejo de cumpleaños de los abuelos de la Casa de Descanso de HOM y allí fui las veces que pude... es una experiencia única. Varias veces llevé a mis hijos, porque recuerden que se enseña con el ejemplo...


Cantando con Emma, que en ese entonces tenía 2 años
Tiempo después, aún cuando me había desprendido de mucho, igual seguía guardando algunas cosas que me parecían demasiado lindas como para donar: ropa sin uso, juguetes importados, ropa de cama... 
Hasta que hace un par de días, otro click se dio en mi cabeza: ¿Para qué seguía juntando esas cosas? ¿Por qué no las donaba también? ¿Sólo porque se lo habían regalado a mis hijos o porque era un juguete comprado en un mall? Me di cuenta que, si esas cosas eran especiales por eso, con más razón tenía que donarlas... porque los chicos que las recibieran, en su vida tendrían la oportunidad de tener algo así.

Muchas veces tenemos ganas de ayudar pero no sabemos cómo, y tenemos que entender que la ayuda no siempre tiene que ser monumental, sino que casi siempre, con poco podemos hacer mucho. Y es que si cada uno hiciera un poquito, entre todos haríamos un gran cambio.

El 13 de agosto, Radio Metro junto a la Fundación Si realizan una nueva Misión solidaria, un evento en el que recolectarán todo tipo de donaciones, desde agua mineral hasta muebles, para llevar ese mismo día a distintos hogares y comedores del país. También se acerca el día del niño y hay muchas campañas de recolección de juguetes.

En realidad no necesitamos un evento o una fecha especial para empezar a ser solidario. Quizás te sientas más cómodo visitando abuelos en algún hogar o ayudando a animalitos abandonados o siendo voluntario en alguna ONG...
Yo te doy algunas ideas...

En las páginas quieroayudar.orgdonarayuda.org y rutassolidarias.org.ar podés encontrar todos los lugares cercanos a tu casa donde podés dar una mano, de acuerdo al tiempo que dispongas y a quién tengas más ganas de ayudar.

También podés encontrar muchas ideas en el libro "El 5% de tu tiempo para cambiar el 100% de la vida de alguien que lo necesita" de Andy Freire y Julián Weich, y en "#Hoy me comprometo - 100 acciones solidarias" de Juan Carr, fundador de la Red Solidaria. Y sólo comprando los libros ya estás colaborando.

¿Sabías que podés ayudar tomando agua? Tomá Conciencia dona el 50% de los dividendos a la Fundación Garrahan y Si.

Hoy soy donante de órganosdonante voluntaria de sangre y hace muy poco me inscribí en el Registro de donantes de Médula Ósea. Hace unos días con mi marido y mi hija separamos los juguetes y la ropa que ya no usan para llevarlo al Comedor Los Piletones.

Hay mil formas de ayudar, sólo tenés que encontrar la tuya.

Te invito a recorrer alguna de las webs porque estoy segura que vas a encontrar alguna que va a ir con tus intereses y vas a encontrar TU forma de ayudar. 
Buscá en google. Preguntá en Facebook o a tus amigos o a tus vecinos. Seguro tenés algún conocido que colabora en algún lugar. En tu barrio hay algún comedor u hogar de niños o ancianos que está esperándote... hay alguna biblioteca a la que podés llevar esos libros que ya no leés...

Ayudar es una experiencia única que llena el alma. Y como dice Andy Kusnetzoff, "Todo lo bueno que das, siempre, pero SIEMPRE vuelve"










No hay comentarios.:

Publicar un comentario